domingo, abril 30, 2006

Bailando ...


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Nota: Para ambientar el relato, la idea es leerlo con la música de fondo.


Tres hombres...
Tres mujeres...
Sus nombres no importan.
No eran más que seis almas solitarias en busca de compañía.
Ninguno de los seis había encontrado aún su alma gemela.
A sus treinta y tantos años, ya habían pasado por varias relaciones fallidas.
Conforme pasaban los años, los seis se preguntaban cada vez con más frecuencia si su destino sería envejecer solos.
Los seis eran más o menos bien parecidos, tenían carreras exitosas, buenos trabajos, muchos amigos. Casados y con hijos la mayoría, lo que les impedía cada vez con mayor frecuencia, salir con ellos a divertirse.
Precisamente esa era la razón por la que hoy habían ido solos hasta ese lugar.
- ¡ Hay buen ambiente!- Les habían dicho.
Y como "de pasada", les habían comentado también, que los viernes iban muchos solteros.
Siempre pasaba lo mismo. Sus amigos y familiares parecían estar empeñados en conseguirles pareja, sin importar cuántas veces les dijeran que no había ninguna prisa, que ya llegaría la persona indicada para ellos, su alma gemela.
- ¡ Eso no existe !-, era la respuesta que siempre recibían, - ¡ Ya deja de soñar!-.
Pero ellos seguían soñando...



La música empezó a sonar.
Los tres hombres barrieron el salón con la mirada, buscando alguna mujer que pareciera estar sola, para invitarla a bailar.
Las tres mujeres barrieron el salón con la mirada, buscando algún hombre que pareciera estar buscando a quién invitar a bailar.
De pronto, las miradas de los tres hombres y las tres mujeres se cruzaron.
La de cada uno de ellos con la de cada una de ellas.
Los tres hombres hicieron una seña con la cabeza, como diciendo: ¿ vamos ?.
Las tres mujeres asintieron, también con la cabeza.
Y se dirigieron a la pista.
Tres hombres, tres mujeres, tres parejas.

La personalidad de cada uno de los tres hombres, salió a flote con los primeros compases.
Uno era bastante tímido y retraído. Respetuoso, se decía él.
Otro era bastante extrovertido, confianzudo y medio borrachón. Alegre, se decía él.
El otro era conversador, un poco presumido y lascivo. Galán, se decía él.

La personalidad de cada una de las tres mujeres, salió a flote con los primeros compases.
Una era extrovertida, ardiente y un poco promiscua. Aventada, se decía ella.
Otra era tímida, prejuiciosa y un poco aburrida. Seria, se decía ella.
La otra era apasionada, soñadora y un poco ingenua. Romántica, se decía ella.
Conforme fué avanzando la noche, el futuro de las tres parejas se fué definiendo.
Por cuestiones del destino, el respetuoso hizo pareja con la aventada, el alegre con la seria y el galán con la romántica.
La pista se convirtió en escenario de tres historias diferentes...

El tímido sudaba y sufría al sentir, cómo la aventada repegaba su cuerpo al de él, cada vez con más fuerza y descaro, mientras lo veía directamente a los ojos y se humedecía los labios como invitándolo a besarla.
Pero, ¿ Y si solo era su imaginación?, ¿ Qué tal si intentaba besarla y ella se molestaba y lo aventaba, o peor aún, si lo cacheteaba delante de todos?, no, mejor se esperaría hasta estar completamente seguro de si realmente aquéllo era una insinuación ó solo un tic nervioso que ella tenía ...

La aventada, por su parte, pensaba en qué más hacer para que el respetuoso se animara a hacer algún avance, alguna invitación, o, cuando menos, una insinuación que, por supuesto, ella aceptaría de inmediato, ya que su naturaleza ardiente, se había despertado con el roce continuo de su cuerpo contra el de él. Ya se había cansado de hacer fuerza para repegársele lo más que podía, sin importarle los pisotones que sin querer él le había dado, por lo difícil que era bailar así, tan pegados, ya se había mojado los labios con sensualidad, ya lo había visto a los ojos durante tanto tiempo, que una lagaña que él traía en el ojo izquierdo, ya le parecía familiar.
Entonces se le ocurrió que, tal vez si le soplaba suavemente en el cuello, él ya no podría resistirse más, así que lo hizo, pero, grande fué su sorpresa cuando él, en lugar de avanzar, retrocedió, empujándola ligeramente hacia atrás, mientras alejaba su cabeza de la de ella, ¿ tendré mal aliento?, se preguntó...


El alegre traía a la seria, dando vueltas por toda la pista, ya haciéndola girar como perinola, ya apretándola con fuerza tal que casi le sacaba el aire de los pulmones,sacando a relucir sus mejores pasos de baile, que en lugar de causar admiración, causaban risa, ya que, a causa de los tragos que se había metido entre pecho y espalda, se tambaleaba de tal forma que casi perdía el equilibrio, con el consiguiente peligro de arrastrar con él en su caída, a la seria, que sólo atinaba a tratar de seguirle el paso, sintiendo que todas las miradas estaban fijas en ellos...

La seria, por su parte, sentía que se moría de la verguenza, pero no se animaba a irse a sentar y dejarlo bailando solo, - me vería más ridícula -, pensaba. - Ojalá se canse pronto y quiera descansar, así, en un descuido me le pierdo y me voy a mi casa. No sé en qué estaba pensando cuando se me ocurrió venir a éste tugurio yo sola, ahorita estaría tranquilamente en mi cama, viendo la televisión y acariciando a Fifí (su gato ), pero no, tenía que hacerle caso a mi prima, total, ahora a ver cómo le hago para zafarme de éste apestoso imbécil - ...



El galán se sentía más y más galán conforme seguía bailando con la romántica. Ella parecía realmente interesada en él, escuchaba embelesada cuanta tontería le decía, incluso sonreía y entornaba los ojitos cuando él le cantaba al oído algún fragmento de la canción que estaban bailando, aunque cantara con la gracia y entonación de un ratón atrapado en una ratonera. Además, no parecía molestarle cuando, "accidentalmente ", la mano con que la tomaba de la cintura, resbalaba hacia abajo, posándose donde la espalda pierde su nombre, simplemente la dejaba ahí unos segundos y después ella misma se la volvía a acomodar en la cintura, al tiempo que le guiñaba un ojo. - ¡ Qué bárbaro, la traigo muerta !- pensaba- , ¡ soy todo un Don Juan !...

La romántica, por su parte, se sentía la protagonista de un cuento de hadas; el galán, el baile, su vestido nuevo, sus zapatos nuevos también, todo le parecía perfecto. Ni siquiera el calor,el humo de cigarro, los aventones que de vez en vez recibían,ni el dolor de un callo que tenía en el dedo gordo del pié derecho, podían arruinarle el momento aquél, en que parecía que bailaba entre nubes, abrazada a su príncipe azul, un poco chaparro, manilargo y sin los ojos azules que ella hubiera deseado que tuviera, pero bueno, nada en la vida era perfecto. Le subió la mano al galán una vez más y suspiró, pensando en la cara que pondrían sus amigas cuando les contara que por fin el amor había tocado a su puerta...

El baile terminó en punto de las cuatro de la mañana...

El tímido seguía sentado en su mesa esperando a la aventada desde hacía ya hora y media, cuando le dijo, - no me tardo, voy al baño - ...

La aventada se había cansado de intentar hacerle entender al tímido que estaba interesada en él y hacía casi una hora que se había ido, con un aventado como ella, que en dos minutos la convenció de pasar la noche con él en su departamento ...

El alegre no supo ni en qué momento se quedó solo, solamente recordaba haberle dicho a la seria que iba a la barra por un par de tragos y cuando volvió, la mesa estaba vacía, así que se sentó a tomar solo, mientras se preguntaba qué era lo que había hecho mal, para que la seria se fuera así, sin despedirse ... - ¡ Bah !- , dijo para sí mismo, - Seguramente es otra de esas amargadas que me ha tocado conocer últimamente - . Se consoló tomándose otra copa y pidió otra más para llevar ...

La seria aprovechó cuando el alegre fué por los tragos, para salir de ahí casi corriendo en busca de un taxi que la llevara a la tranquilidad de su casa, donde no la esperaba nadie más que Fifí, su gata. - Bueno, peor sería estar completamente sola -, pensó, mientras se acordaba de la verguenza tan grande que acababa de pasar. Jamás volvería a ese lugar, no fuera a ser que alguien la reconociera como la pareja del borracho payaso aquél. Se estremeció solo de imaginarlo...

El galán y la romántica salieron del salón, tomados de la mano, mirándose a los ojos, sonriendo y sintiéndose afortunados de haberse conocido, de haberse encontrado, de haber coincidido en ese espacio lleno de ilusiones, calor, decepciones, humo, pasión, sudor y luces de neón...

Así, juntos, se fueron caminando calle abajo, mientras la luna en cuarto creciente, se ruborizaba al ser testigo de los besos y caricias que anunciaban el preámbulo de una noche de pasión entre un hombre y una mujer, que se enamoraron bailando...







jueves, abril 20, 2006

La Búsqueda...


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Hace calor...
Mucho calor...
No sé dónde estoy...
No conozco éste lugar...
El paisaje es extraño...
Árido, desolado, hostil...

De pronto siento su presencia...
No la veo, pero sé que está aquí, en alguna parte...
Debo buscarla, debo hacerlo...
¿ Por qué habrá venido a éste extraño lugar?...
¿ Por qué he venido yo?...
¿ Para qué?...
¡ Ah sí !, ¡ He venido a buscarla !...
Una vez más...

Me siento muy cansado...
Ya la he buscado por tanto tiempo...
Quisiera descansar un poco...
Pero no, no puedo, no debo...
No podré descansar hasta encontrarla...
Ya ni siquiera recuerdo desde hace cuánto la busco...
Ya hace bastante tiempo...
Demasiado, diría yo...
Pero debo seguir buscando...

Empiezo a caminar por la orilla de un arroyo que lleva agua caliente, muy caliente...
El vapor que emana me golpea en el rostro...
El calor es intenso...
No puedo caminar bien...
No hay camino, ni una senda, ni un rastro, nada...
Solo rocas...
Rocas y cactus...
Y arbustos, y hierbas, pero todo está seco, muy seco...
Creo que el agua caliente no les sirve a las plantas...
No hay un solo árbol a la sombra del cual guarecerse...
Estoy sediento...
Sediento y cansado...
Pero debo seguir buscando...

Sigo caminando...
A lo lejos veo un pequeño lago...
Sí, es un lago...
Pero...
El agua...
Es obscura, rojiza, extraña...
Todo aquí es extraño...
Muy extraño...
No sé si es de día ó de noche...
Parece ser de día, pero...
Veo la luna...
Sí, es la luna la que se refleja en el lago extraño...
La luna misma es extraña también...
Ya no sé qué pensar...
Ya no puedo pensar...
No debo pensar, debo buscar...
Debo seguir buscando...
Debo encontrarla...
Tengo que encontrarla...
El vacío que dejó en mi alma es enorme...
Y duele...
Duele mucho...
Ya no quiero que duela...
Es un dolor sofocante, duro, frío...
Hace tanto que lo tengo que casi me he acostumbrado a él...
Tengo que sentarme un momento...
Allá, sobre aquél árbol caído...
Ojalá no hiciera tanto calor...

Sentado aquí vuelvo a sentir su presencia...
Me llama...
Me está llamando...
Quiere que vaya con ella...
Quiere que estemos juntos otra vez...
Como antes...
Como siempre...
Busca el camino, me parece escucharla decir...
El camino...
Debo hallar el camino...
Pero, ¿Cúal camino, si aquí no hay nada más que cactus, rocas, hierbas y arbustos secos?...
Debo seguir buscando...
Debo seguir buscando...

De pronto lo veo...
¡ El camino !, ¡ Por fin encontré el camino !...
Debe ser ese, es el único que se ve por aquí...
Llego hasta él y la vuelvo a sentir... Casi la escucho decir : ¡ Es por ahí !, ¡ Ese es el camino!...
¿ A dónde conducirá ?...
Eso no importa, siempre y cuando ella esté al final...
Y estará...
Lo presiento...
¡ Sí !, ¡ Ahí estaré !, casi la escucho decir...
Eso es suficiente para empezar a caminar por él...
Sigue haciendo calor, mucho calor...
Sigo teniendo sed...
Sigo sintiéndome muy cansado...
¡ Debes seguir !, ¡ Debes seguir !, casi la escucho decir...
¡ Camina hacia la luz !, ¡ Hacia la luz !, ¡ Ahí estaré esperando !, casi la escucho decir...
Hacia la luz voy...
Hacia allá voy...
Por fin podré descansar...
Mi búsqueda ha terminado...
Voy hacia la luz...
A cada paso que doy siento su presencia con más intensidad...
Ya casi puedo ver el final del camino...
¡ Sigue, sigue ! , ¡ Ya casi llegas !, ¡ Camina hacia la luz !, casi la escucho decir...
La luz está cada vez más cerca...
Ya casi llego...
Ya casi...
Unos pasos más y ya...
Yaaa...

De pronto, el suelo se hunde bajo mis pies...
Siento que voy cayendo...
La obscuridad lo envuelve todo...
Ese color extraño se ha ido...
Ella se ha ido...
Siento un fuerte golpe en la frente...
He chocado contra algo duro...
Y frío...
Levanto un poco la cabeza y la sacudo con fuerza...
Aprieto los ojos...
Poco a poco los voy abriendo...
¿ Dónde estaré ahora?...
Lo que veo me parece familiar...
Eso de allá arriba es una cama, mi cama...
Arriba y a la derecha está mi buró...
Y sobre él un reloj despertador, un vaso con agua y una lámpara...
¡ Una lámpara !, ¡ La Luz !, ¡ Esa era la luz !...

Las lágrimas inundan mis ojos...
¡ Estaba tan cerca ! ...
¡ Tan cerca de volver a estar con ella !...
¡ Tan cerca de terminar la búsqueda !...


Ya llegará el día en que volvamos a estar juntos...
Ten paciencia, sigue buscándome dentro de tu carazón, casi la escucho decir...






domingo, abril 09, 2006

Naufragio...

¿ Y Juanito, dónde está ?
- Nadie contestó -
¡ Juanitoooo !
¡ Juaaaann !
¿ Nadie vió para dónde se fué Juanito?
- Unos cuantos negaron con la cabeza- .
El resto de la gente continuó rezando el Santo Rosario...
El velorio de Ezequiel había empezado hacía ya cuatro horas, a las dos y treinta de la tarde, más o menos, que fué cuando por fin lograron encontrar su cuerpo.
La noche anterior, alrededor de las diez, dejó la casa de su compadre Julián, donde habían estado bebiendo desde el mediodía. Empezaron con cerveza, pero después de un rato, Ezequiel sacó una botella de tequila que traía en el morral. Pa'l desempance, dijo, mientras servía una buena cantidad en dos vasos que Julían había traído de la cocina, con una velocidad inusual en él, sobre todo cuando se trataba de trabajar.
¡ Salú compadre ! , ¡ Hasta verle el fondo ! - dijo Ezequiel -
¡ Salú ! , ¡ Y vieja el que haga gestos ! - contestó Julián -
- ¡ Clinck ! -, sonaron los vasos al chocarlos para rematar el brindis mientras los dos reían de la ocurrencia de Julián.
Las bromas, la plática y los brindis siguieron toda la tarde. Se terminó la botella y mandaron a Luli y a Techi, las hijas de Julián, a comprar otra, a la tienda de doña Lola, la del barrio de abajo.
Cuando también esa quedó vacía, Julián recordó que Josefa, su mujer, tenía un frasco con alcohol que usaba para curar los raspones y cortadas que los niños se hacían de cuando en cuando.
Aquí tá éste menjurje compadre, vamos dándole también, al cabo que veneno que no mata, engorda, ¿ qué no ?.
Dirá bien compadre, - contestó Ezequiel - , los hombres tomamos lo que sea, nomás que apendeje.
¡ Ja, ja, ja, ja, ! - Rieron los dos - .
Así pasaron las horas.
A las nueve de la noche, Josefa les llevó unos tacos de arroz y de frijoles refritos, junto con una salsa, - con harto chile, pá que se les baje la borrachera, pensó - y cuatro pescaditos dorados, pescados ese mismo día en la laguna, a la orilla de la cual vivían.
Órale compadre, dos pa' cada uno - dijo Julián - .
- Pero Ezequiel hizo a un lado el plato que Julián le acercó - No, compadre, gracias , como que ya me enfadé de comer pescado, además, estoy bien enchilado, creo que mi comadre estaba enojada cuando hizo la salsa, ¡ ay hijo e' su ! . Mejor digamos salú a ver si se me quita.
¡ Salú ! - contestó Julián mientras con la manga de la camisa se limpiaba la nariz, que no paraba de escurrirle - .
Bueno compadre, creo que ya me voy - dijo Ezequiel - orita que ví los pescados me acordé que mi vieja me dijo que le encargaron veinte pa' mañana temprano y no he sacado ni uno, así que orita voy a agarrar la lancha y en un ratito los saco, pa' no quedar mal , si no , ya no nos vuelven a encargar y pos, ya vé que deso vivemos.
¡ Pero cómo se va a meter a remar orita compadre, es peligroso, además, anda todo mareado ! - dijo Josefa -
No comadre, peligroso es que llegue yo a la casa sin los mentados pescados, capaz que su comadre me medio mata - dijo Ezequiel con una sonrisa -, al cabo que pronto los saco, no más son veinte.
¡ A ver viejo, acompaña al compadre ! , ¡ Ándale, párate ! , pá que no se vaya solo.
No comadre, en serio, gracias pero yo puedo solo. No compadre, no se levante, o bueno, mejor sí, pero pá que ya se vaya a dormir, ai nos veremos mañana.
Y mientras se despedía de sus compadres, Ezequiel se encaminó hacia la orilla de la laguna, por donde tenía amarrada a " Selene ", su lancha.
El nombre lo había escuchado ahí mismo, en la laguna, cuando un visitante había llamado así a su hermosa acompañante y como la mujer le había gustado, le puso su nombre a su lancha para así acordarse de ella cada vez que saliera a pescar.
Precisamente en ella estaba pensando mientras se preparaba para entrar a la obscura laguna y así siguió mientras se dirigía hacia una zona donde sabía que abundaban los peces.
Estaba muy adentro, pero ahí tenía más posibilidades de encontrar suficientes animales para poder regresar pronto.
Por fin llegó al lugar que buscaba. Empezó a desenrrollar su tarraya, se la acomodó semi-extendida sobre el brazo derecho, tomó impulso y la lanzó con fuerza.
¡ Plash ! ...
El ruido del agua al ser golpeada, fué bastante más fuerte del que haría una simple tarraya.
Al lanzarla, Ezequiel, bastante mareado por la cantidad de alcohol que había tomado, perdió el equilibrio y cayó junto con ella al agua.
Después de eso, todo quedó en silencio, la superficie del agua volvió a parecer un espejo, no soplaba ni siquiera una leve brisa, nada , todo estaba en calma.
Mientras tanto, el cuerpo de Ezequiel se hundía poco a poco. No hizo el menor esfuerzo por salir.
En cuanto cayó al agua notó que sus pies se habían enredado en la tarraya impidiéndole moverlos.
Se ahogó casi instantáneamente...
Al día siguiente, otros pescadores encontraron a " Selene " a la deriva , sin rastro alguno de Ezequiel.
Empezaron la búsqueda del cuerpo y los preparativos del velorio.
Todos los vecinos llegaron a darle el pésame a Cuca, su mujer, que no paraba de llorar, trataban de consolarla, de calmarla, de hacer que se tomara un té de tila para los nervios.
Pero nadie se había acordado de Juanito; Juanelo, como lo llamaba su padre. Ese padre que ya no estaría más con él, que ya no podría cumplir su promesa de enseñarle a pescar cuando cumpliera ocho años, el próximo mes.
Las lágrimas corrían por sus mejillas incontrolablemente y le daba coraje, él no quería llorar, ahora era el hombre de la casa, ahora sería él el que iría a pescar, ya le pediría a alguien que le enseñara; tal vez a Julián, su padrino.
De pronto, un pensamiento cruzó por su mente, causando que se le helara la sangre.
¿ Y si él también se caía al agua y se ahogaba ? , ¿ Quién iba a cuidar de su mamá y Andrea, su hermanita de dos años ?
Estuvo un buen rato pensando en ello, hasta que tuvo una gran idea.
Fué hasta donde su padre amarraba a " Selene ". Ahí estaba. Los que la encontraron la habían dejado en su lugar de siempre. La estuvo mirando por largo rato, recordando cuando su padre se alejaba en ella mientras le decía adiós con una mano, para luego mostrarle las dos, con ocho de sus dedos extendidos para que él supiera que no se había olvidado de su promesa.
Las lágrimas regresaron. Juanito las dejó correr, al cabo ya sabía lo que debía hacer...

¡ Juanitooooo ! , ¿ Dónde estará ese pobrecito niño ?.
¡ Doña Lupe ! , ¡ Doña Lupe ! , ¿ Busca usted a su nieto ? . - Le preguntó una muchacha que iba a las tortillas -
¡ Sí mija, sí ! , ¿ Tú sabes dónde está? .
¡Lo acabo de ver allá en la orilla, onde está la lancha de Don Ezequiel !, que en Paz descanse.
¡ Gracias mija, muchas gracias ! .
Doña Lupe, madre de Cuca, la mamá de Juanito, apuró el paso lo más que sus sesenta y cinco años le permitían. Quería llegar cuanto antes a donde le habían dicho que estaba su nieto. Temía que el niño, en medio de su dolor, hiciera una locura.
¡ Ni lo mande Dios !, pensó en voz alta al tiempo que se estremecía, al imaginarse a su nieto haciendo lo que ella estaba temiendo.
Por fin lo vió. Juanito estaba sentado sobre una piedra, en la orilla, a un lado de la lancha, completamente a salvo.
¡ Gracias a Dios ! , dijo mientras se persinaba y se acercaba hasta él , ya más tranquila.
En cuanto el niño la vió, se arrojó en sus brazos bañado en llanto.
¡ Abuelita, abuelita , mi papá se murió !, le decía entre sollozos mientras se apretaba contra ella buscando consuelo.
Así es la vida, mijito, así es la vida,- le decía ella mientras le acariciaba la cabeza y hacía un gran esfuerzo para no llorar - tu papá se nos fué al cielo y no podemos hacer nada más que pedirle a Dios que lo lleve con él para que desde allá te cuide a tí, a tu hermanita y a tu mamá.
Pero tú debes ser fuerte. Ahora eres el hombrecito de la casa, dentro de poco ya podrás ir a pescar para ayudar a tu mami.
¡ No abuelita, no ! - casi gritó el niño - , ¡ yo no voy a pescar !, ¡no quiero dejar solas a mi mamá y a la nena, si yo también me ahogo ! , ¡ por eso le hice muchos agujeros a la lancha, para que se hunda y no vuelva a llevar a nadie a la laguna para que se caiga y se ahogue como mi papá !.
Al escuchar aquello, doña Lupe ya no pudo aguantar más las lágrimas, abrazó con más fuerza a su nieto y sin decir nada, se quedó viendo junto con él, como la lancha se ladeaba y empezaba a hundirse, poco a poco, hasta tocar el fondo...
De algún modo se las arreglarían...





lunes, abril 03, 2006

Hoy encendí una vela...

Hoy encendí una vela...

Para pensar en tí...

Como tantas otras veces,estoy aquí sentado en la obscuridad,mirando fijamente el resplandor de la flama,que parece danzar al ritmo de mis recuerdos,moviéndose de un lado a otro,como si quisiera desprenderse del pabilo donde se encuentra prisionera,para seguir con su ardiente baile por toda la habitación,motivada por tener un espectador tan atento.Aunque en realidad,estoy viendo sin ver,estoy tratando de encontrar allí,dentro de la llama,algún vestigio de tu mirada,aquella mirada en la que tantas veces me ví reflejado...
El olor a parafina derretida y rosas de ésta vela aromática, intensifica mis recuerdos.
Era el tipo de vela que siempre encendías cuando estábamos juntos.
Una, si solamente íbamos a conversar un rato o a ver alguna película en la televisión, mientras comíamos pasitas con chocolate...
Dos, si cenábamos o tomábamos café; con leche y miel el tuyo, negro y casi sin azúcar el mío...
Tres, si la necesidad de estar juntos iba más allá de las fronteras de la ropa y nuestras almas y cuerpos se entrelazaban transmitiéndose todo el amor que sentíamos el uno por la otra...

De pronto, una vela no fué suficiente,así que encendí una más...
El recuerdo de tu risa llegó claramente, como si la acabara de escuchar, como si estuviéramos sentados a la mesa redonda de la cocina, cubierta con el mantel blanco bordado, cenando pollo a las brasas y ensalada de berros y nueces, con el ramo de rosas que te traje y que pusiste en un florero, en un extremo de la mesa, junto con las dos velas, iluminando y perfumando la noche, nuestra noche, como te gustaba decir.
Esa noche te veías especialmente bella, usabas el vestido rojo que sabías me gustaba verte lucir, el del escote amplio y los tirantes angostos, que dejaban ver tus hombros suaves y redondos, y parte de tu espalda, usualmente cubierta por tu pelo largo y rizado, que ese día llevabas recogido en un chongo, detenido, no sé cómo, por un par de palitos al estilo japonés.
Después de cenar, tomamos unos tres tequilas mientras recordábamos momentos de nuestra aún breve,historia juntos.
Me pediste que te cantara una canción, aquella que no sabía y me aprendí cuando supe que te gustaba, así que saqué mi guitarra, la afiné y empecé a cantarla mirándote a los ojos, mientras me sonreías y me escuchabas con total atención.
Al terminar esa, empecé otra que había preparado especialmente para la ocasión; estaba sonando el último acorde cuando te soltaste el pelo, me miraste con los ojos húmedos y brillantes y, sin decir nada, encendiste una tercera vela...

También yo encendí otra vela...
Quería hacer más vívido el torrente de recuerdos que inundaban mi memoria con tal intensidad que las manos me temblaban incontrolablemente.
Quería estar otra vez contigo...
Quería sentirte otra vez en mis brazos, tener mi cara enterrada en tu pelo, aspirar tu aroma, acariciar tu piel, besar tus ojos, recostarte en mi pecho...

Una lágrima, luego otra, varias más, el dolor surge desde lo más profundo.
Ya no puedo seguir recordando...
Apago una vela.
Con los recuerdos de las dos velas sí puedo.
Desde que ella no está repito el mismo ritual cada cierto tiempo.
Nunca he podido completar los recuerdos de la tercera vela.
Quizá algún día pueda.
Ya veremos...