viernes, mayo 26, 2006

Tres imágenes ...

Hoy fué un día extraño....
Caminaba por el centro de la ciudad, con la cámara al hombro, en busca de algo interesante que fotografiar, cuando la ví.
No era muy hermosa, no, pero tenía algo que me obligó a seguirla con la mirada, hasta que desapareció por la puerta de una casa antigua, de paredes blancas y ventanas adornadas con varias macetas llenas de flores de todos colores.
-¿ Vivirá ahí ?-, me pregunté.
Casi sin pensarlo, caminé hacia la puerta por donde ella había entrado y, al ver que estaba entreabierta, no pude evitar el deseo de asomarme esperando verla, así que lo hice, me asomé.
Y sí la ví, pero ella también me vió, así que, saqué la cabeza lo más rápido que pude, con tan mala suerte, que me dí un golpe tremendo en la sien izquierda, que me hizo ver estrellitas y caer de rodillas ahí mismo, en el quicio de la puerta donde hasta hacía unos segundos había estado husmeando.
Afortunadamente a mi cámara no le pasó nada, el golpe lo recibieron mi cabeza y mi ego, sobre todo éste último, ya que, para mayor verguenza, ella salió al ver lo que había pasado y, al verme hincado y aturdido, soltó una risita suave y cantarina como el arrullo de una paloma.
-¿ Estás bien ?-, me preguntó.
- Creo que sí, gracias - , contesté.
- Entonces ya puedes pararte, no era necesario que te hincaras, te hubiera perdonado igual -, me dijo entre risas, mientras yo sentía que mi cara ardía de verguenza y cambiaba de color.
- Lo siento -, fué lo único que se me ocurrió decir.
- No te preocupes, no importa, además, ya recibiste tu castigo, ¿ o no ? -, dijo, y volvió a reir.
- Bueno, me voy, ya hice el ridículo lo suficiente, por favor, acepta mis disculpas -, le dije mientras me sacudía el polvo de las rodillas.
- ¡ No ! - , me dijo, - No te vayas todavía, tengo curiosidad por saber por qué querías entrar aquí, no eres un ladrón, ¿ o sí ? -.
- ¡ Claro que no !-, contesté inmediatamente, - Y no quería entrar, solamente quería asomarme para ver si te veía, pero como ya te diste cuenta, todo se complicó-.
- ¿ Y por qué querías verme ?-, preguntó viéndome directamente a los ojos.
- Porque unos minutos antes pasaste por donde yo estaba y me pareciste interesante, así que te estuve viendo hasta que entraste aquí, me acerqué y lo demás ya lo sabes- , expliqué.
- O sea que... ¿ te gusté ?-. Me soltó la pregunta así, tal cual, directamente y con una sonrisa en los labios.
Una vez más sentí que la verguenza hacía su aparición, como si yo fuera un adolescente tímido e inseguro y no un viejo con treinta y siete años en las espaldas.
- Bueno, estee, sí -, dije con un tono de voz que sonó bastante más agudo de lo que hubiera querido.
- Es queee, déjame decirte - , continué diciendo, tratando de engrosar un poco la voz, - Verás, soy fotógrafo, a eso me dedico, y siempre estoy buscando algo ó alguien interesante a quien fotografiar, y al verte, imaginé cómo te verías en una de mis fotos y lo que en mi mente ví, me gustó, así que pensé en preguntarte si quisieras posar para mí, un día de éstos.
- Así que fotógrafo, ¿ y eres bueno en lo que haces ?-, una vez más soltó la pregunta sin titubear, sin temor a ofender ó a molestar, simplemente con la intención de saber la verdad, al menos así me parecía.
- Pues, hay quienes piensan que sí, pero también quienes opinan que no- , contesté, con toda la honestidad de que era capaz.
- Pero tú, ¿ qué piensas ?, ¿ eres buen fotógrafo ? -, insistió.
- Espero que sí -, le dije.
- No es lo que pregunté, pero bueno, así lo dejamos- , dijo, con un dejo de reproche.
- Mira - , dijo de pronto, - Acepto, pero no dispongo de mucho tiempo, así que, tendría que ser ahora mismo-.
- Por mí está bien - , le dije sin poder disimular mi entusiasmo, - aunque a ésta hora ( once y treinta de la mañana ) la luz es un poco dura.
- Por cierto, me llamo Aquiles - , me presenté, - ¿ Y tú ? - .
- Yo soy Paloma - , fué su respuesta, - Ahora dime, cómo quieres tomármelas, ¿ desnuda ? - .
De momento creí que estaba bromeando, ya que por lo general es bastante difícil conseguir a alguien que acepte posar desnuda, y mucho más difícil, que ella se ofrezca a hacerlo y más difícil aún, que lo haga en la primera sesión y sin conocer al fotógrafo, pero no, no estaba bromeando, lo decía totalmente en serio, así que, con cierto temor y bastante nervioso le dije que sí, que desnuda estaría bien.
Se quitó la ropa con calma y me dijo, - Como ya te había dicho, no dispongo de mucho tiempo, así que, solamente podrás tomarme tres fotografías, ¿ Te parece bien ?- .
Yo hubiera querido decirle que tres no eran suficientes, que su belleza pedía ser capturada en muchas más imágenes, que sentía que era mi deber robarle al tiempo muchos más que tres breves instantes en que su hermosura estaría expuesta sin reservas, para ser inmortalizada por mi cámara, pero solamente dije, - Sí, está bien - .
- Bueno, ¿ Dónde me pongo ? - preguntó con una sonrisa ligeramente coqueta.
Absorto como estaba en contemplarla, no había pensado en dónde colocarla para sacar las tres fotos que me había permitido. Creo que ella se dió cuenta de eso, así que me sugirió subirse al techo para ponerse junto a un pequeño arco que ahí estaba.
Yo lo ví y me pareció bien, la luz llegaba un poco fuerte, pero pareja y el arco proporcionaría cierta sombra que, bien aprovechada, ayudaría a dar profundidad a la imagen, además, tenía una buena textura, lo mismo que la pared que estaba debajo, así que le dije que el lugar estaba bien y se subió rápidamente para empezar la mini sesión.
Una vez arriba, se acomodó de tal forma que el pecho quedaba de frente a la cámara y la cara quedaba ligeramente oculta por la sombra que el arco proyectaba.
- ¿ Así estoy bien ? - , me gritó .
Yo observé por la pantalla de la cámara y la imagen se veía bastante bien, así que levanté la mano izquierda empuñada con el pulgar hacia arriba, para indicarle que todo estaba bien.
- ¿ Lista ?- , le grité, movió la cabeza indicándome que sí, - ¡ Ahí va ! - , ¡ Click !, - ¡ Listo ! - , grité, ahora mira, te vas a poner con la espalda...
- ¡ No !- , me gritó, - ¡ Me voy a quedar así ! - , - ¡ Toma la que sigue ! - .
- Pero... ¿ En la misma posición ? - , le pregunté extrañado.
- ¡ Sí ! - , me contestó.
- Pero si la primera salió bien, ¿ Para qué tomar dos iguales ? - volví a preguntar.
- ¡ No va a ser igual, confía en mí ! , ¿ Alguna vez has retratado al alma ? - , preguntó así como así.
- ¿ La quéééééé ? - , ahora sí pregunté exaltado, sin estar seguro de haber entendido bien.
- Tú toma tu segunda foto, que ya casi me voy- , me dijo con cierta deseperación.
Al ver el giro tan extraño que habían tomado las cosas, decidí seguirle la corriente, con la certeza de que a la pobre mujer le faltaba un tornillo... ó dos.
- ¡ Click ! , ¡ Listo ! - , grité, - ¡ Ya terminamos ! , ¡ Ya puedes bajar ! - .
- ¡ No ! , ¡ Todavía falta una ! - , gritó a su vez, - ¡ Tómala ! - .
Todo el entusiasmo que había tenido al principio de la aventura, había desaparecido, para dar paso ala decepción, así que, ya resignado, le dije...
- ¡ Ahí va ! , ¡ Click ! , ¡ Ahora sí, ya terminamos ! , ¡ Ya te puedes ir ! , ¡ Muchas Gracias ! .
- ¡ Por nada ! , me dijo, - Yo sé que estás decepcionado porque crees que tomaste tres fotos iguales, pero te aseguro que no fué así, en la primera, retrataste mi verdadero ser, en la segunda, captaste la mitad obscura de mi alma y, en la tercera, capturaste la mitad blanca y pura de esa misma alma.
Espero que después de verlas, comprendas que cuando fotografías a alguien, no sólo estás capturando su imagen, también estás atrapando un pedacito de su alma y su esencia. Ojalá que ésto te ayude en tu trabajo....
Yo estaba a cada momento más atónito y confundido por lo que estaba escuchando...
Dejé de verla un segundo, tal vez dos, para apagar la cámara y cuando volví la vista hacia arriba, ya no estaba ahí, así que me dispuse a esperar a que mi extraña modelo bajara del techo, pero pasaron varios minutos y nada, ni sus luces. ¿ Por qué tardará tanto ? , además, anda desnuda, su ropa se quedó acá abajo, ¿ ó no ?.
Caminé hasta el rincón donde ví que había dejado su ropa y no había nada, pero no podía habérsela llevado sin que yo la viera. Cada vez más nervioso, me puse a buscarla por todas partes, incluso subí al techo hasta el lugar donde se había acomodado para las fotos y nada, no la pude encontrar.
Salí de la casa pensando que tal vez el agua que había tomado hacía unas horas, estaba contaminada con alguna sustancia ó algo así, porque no encontraba otra explicación para lo que acababa de vivir.
Decidí sentarme en una banca de un parque cercano, para pensar con calma sobre todo ésto, cuando recordé las tres fotos, bueno, en realidad fueron cuatro, porque cuando la perdí de vista, tomé una al arco donde ella había estado posando.
Encendí la cámara y ajusté los controles para ver todas las fotos.
Al ver la primera, casi suelto la cámara de la impresión. Lo que estaba viendo no era precisamente lo que creí haber captado, bueno, sí, pero no, el lugar era el mismo, pero la modelo....
No puedo explicar lo que pasó, así que mejor les dejo aquí las imágenes para que puedan ver lo que yo ví...
Tres imágenes, la primera, casi era real, aunque a contraluz, la segunda, era la misma, pero obscura, aunque de una extraña belleza, la tercera, la misma también, aunque en tonos claros, casi blanca, pero lo más extraño era que, en donde se suponía estaría la modelo desnuda, estaba una paloma posando orgullosa, con el pecho erguido y mirando fijamente a la cámara.
La cuarta era la única que mostraba realmente el lugar donde había tomado las fotos, así era como yo lo ví cuando las tomé, entonces, ¿ Por qué las otras salieron tan distintas ?...
Ahora recuerdo, ella me dijo que era Paloma...
Y me dejó tomarle sólo tres fotografías porque no disponía de mucho tiempo...
Tres fotografías...
Tres fotos...
Tres...
Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja................................................................................







miércoles, mayo 10, 2006

El regalo ...

9 de Mayo...
Un día antes del Día de las madres...
Los niños y niñas de aquella escuela primaria, terminaban los preparativos para el festival que se llevaría a cabo al día siguiente, como todos los años, a partir de las seis de la tarde.
Todos se veían contentos e impacientes de que llegara el momento de mostrar a sus madres sus aptitudes artísticas.
Bueno, en realidad, no todos.
A esa escuela asistían cuatro niños y siete niñas, que no compartían el entusiasmo de los demás por la festividad que se avecinaba.
Ellos no tenían a quién festejar.
Vivían en un orfanato, al cuidado de un grupo de voluntarios que se encargaban de sus necesidades más básicas, pero casi nadie parecía darse cuenta que éstos pequeños necesitaban, también, cariño y atención. La única que parecía saberlo, era Amanda, una muchacha amable y afectuosa que pasaba casi todo su tiempo libre con ellos, ayudando en lo que hiciera falta, desde revisarles las tareas escolares, curarles algún raspón, contarles cuentos a los más pequeños, hasta consolarlos cuando la tristeza y la soledad se volvían insoportables para alguno de ellos.
Juan, Juanelo, como ella le decía, era uno de los más tristes.
La historia de su llegada a ese lugar, era diferente a la de los demás, ya que todos habían sido abandonados, casi recién nacidos, algunos a la puerta de alguna iglesia, otros a la entrada de un hospital y uno que otro, en algún callejón ó de plano en la basura, por mujeres sin corazón y sin conciencia, que justificaban semejante acto, con el pretexto de no poder hacerse cargo de ellos, olvidando que aquellos pequeñitos, no pidieron venir al mundo, sino que ellas los trajeron.
Juanelo sí había conocido a sus padres, pero cuando él tenía cuatro años, sufrieron un accidente automovilístico donde solamente él había sobrevivido. Nadie se presentó para recoger al niño, a pesar de haber publicado su historia en los periódicos, con todo y su fotografía.
Como era tan pequeño, no pudo decir a las autoridades, si tenía algún familiar con quien pudiera irse a vivir, así que, lo mandaron a un orfanato dependiente del gobierno, pero como nunca se adaptó, Amanda, quien en ese tiempo, era voluntaria ahí, decidió tramitar su traslado a un lugar más pequeño, donde pudieran brindarle un poco más de atención. Así fué como Juan, llegó a formar parte de aquél orfanato y también, del corazón de Amanda.
Ese 9 de Mayo, Juanelo, que ahora tenía ocho años, llegó llorando a buscar el consuelo de Amanda, preguntándole, entre sollozos, por qué una de las voluntarias les había llamado, a él y a otros tres niños, hijos de mala madre, cuando se había enojado porque no habían arreglado bien su habitación.
- ¿ Por qué me dice así ?- preguntaba,- ¿ Si a mí no me abandonaron ?-, - ¿Por qué, si mi mamá sí me quería ?-
Amanda, con lágrimas en los ojos, trató de explicarle que seguramente aquella mujer no había pensado bien lo que había dicho, que lo había hecho por la desesperación y el cansancio que causaba el trabajo tan duro de atender a tanto niño, entre tan poca gente, que esa mujer no era mala, que ayudaba por su propia voluntad, que seguramente había tenido un día muy pesado.
Poco a poco, el niño se fué calmando, hasta dejar de llorar. Amanda le había dicho que su mami siempre estaba con él, que siempre lo veía, y que seguramente no le gustaría verlo tan triste.
¿ Y por qué yo no la veo ? - le había preguntado -. Porque tu mami ahora es un ser de luz, así que siempre está alrededor tuyo.
¿ Y por las noches se va ?, - preguntó otra vez -, no,- le contesto ella-, simplemente cambia de lugar, puede estar en la lámpara del cuarto donde duermes y cuando la apagan, se va a la luz del pasillo que se queda encendida toda la noche, incluso, para verte más de cerca cuando duermes, aprovecha las noches de luna, y se mete entre los rayitos de luz que entran por la ventana.
Una leve sonrisa se dibujó en su carita al saber aquello. Se despidió de ella con un beso en la mejilla y se fué a su cama. Una idea había surgido en su mente.
Por primera vez, iba a hacerle un regalo a su mamá por el día de la madres.
Fué a la cocina y sin que nadie lo viera, buscó y buscó hasta encontrar una vela, bueno, no estaba nueva, pero le serviría para su propósito, también agarró unos cerillos para encenderla.
Se estaba arriesgando a recibir un fuerte castigo, las velas y cerillos estaban prohibidísimos para los niños por el riesgo de que al jugar con ellos, causaran un incendio. Eso no lo detuvo. Se llevó los cerillos y el trocito de vela a su cuarto y esperó a que los tres niños con quienes compartía la habitación, estuvieran dormidos.
Se levantó y encendió el trocito de vela, lo puso sobre su viejo buró, junto con el marco de palitos que su maestra les había pedido que hicieran para ponerle una foto de su mamá para regalárselo el 10 de Mayo.
Aunque la maestra lo había dejado decidir si lo hacía o no, el decidió hacerlo, para no estar sin hacer nada mientras sus compañeros se esmeraban en dejarlo lo más bonito posible, solo que él se limitó a pegar los palitos alrededor de un trozo de cartulina, sin pintarlos ni ponerles ningún adorno y como no tenía ninguna foto de su mamá, lo dejó vacío. Ahora se arrepentía de no haberse esmerado un poco más, pero ya no tenía tiempo de mejorarlo, así que sólo lo puso ahí y miró cómo se veía.
No le gustó, se veía muy simple.
Con mucho cuidado, abrió la ventana y se deslizó hacia el pequeño jardín que estaba a unos veinte metros de su ventana, cortó un botón de rosa y se regresó corriendo agazapado, para que no fuera a verlo alguien desde adentro. Llegó a la ventana, trepó sin hacer mucho ruido y una vez dentro, puso el botón junto a la vela.
Ahora sí se veía mejor, pero, ¿ y si su mamá no entendía la intención de la vela?.
Debo escribirle una nota - pensó -.
Así que fué hasta su mochila, sacó un trozo de papel, una pluma y escribió :

Querida Mamita :
Quiero que sepas que te extraño muchísimo, aunque casi no me acuerdo de tu cara, solo recuerdo que me abrazabas mucho y me dabas muchos besos y me decías que me querías. Yo también te quiero mucho, mucho, aunque no pueda verte, hoy supe que siempre estás conmigo. Ahora ya no me siento tan solo.
También supe que ahora estás hecha de luz, así que quiero regalarte la luz de éste pedacito de vela para que brilles un poquito más y nunca te apagues y no vuelva a quedarme solo. Trataré de seguir poniéndote velas pero no sé qué tan seguido pueda hacerlo, porque tenemos prohibido agarrarlas.
Por favor perdóname por no haberte regalado nada antes, es que no sabía que estabas siempre cerca.
Te prometo que a partir de ahora, siempre tendrás un regalito en el día de las madres, en tu cumpleaños no, porque no sé cuándo es, tal vez en Navidad sí pueda regalarte algo. Ojalá te guste la rosa que te corté y el marco que hice en la escuela, aunque esté sin foto.
No sé si puedes ver a papá, pero si lo ves, dile que también lo extraño y lo quiero mucho.
Te dejo mil besos y :
! Feliz día de las Madres !

Tu hijo: Juan.

Un par de lágrimas salieron de sus ojos, pero se las limpió para no manchar la nota que acababa de escribir y que puso debajo del botón de rosa, a un lado de la vela que cada vez era más pequeña.
Le dió un último vistazo a todo y satisfecho de cómo había quedado, se acostó a dormir, deseando soñar con los momentos que había pasado con su mamá.
A los pocos minutos de haberse acostado, ya se había dormido.
De pronto, una leve brisa sopló dentro del cuarto. No había entrado por ninguna de las tres ventanas que había, porque estaban cerradas, pero aún así, aquella leve brisa hizo que la luz del pedacito de vela se moviera, casi hasta apagarse.
También Juanelo se movió. Soñaba que su mamá estaba con él, sentada en la orilla de su cama, deseándole las buenas noches, mientras acariciaba su cabello y le daba un beso en la frente.
Él quería abrazarla, decirle cuánto la quería, cuánto la extrañaba, pero antes de poder hacer nada, ella se levantaba y se iba, mientras le sonreía con una expresión de profunda tristeza en el rostro. Su mamá se iba una vez más...
Al mismo tiempo, la flama del trocito de vela se iba apagando poco a poco, hasta extinguirse por completo.
Juanelo se despertó angustiado y triste, se sentó en la cama y como tantas otras noches, abrazó su almohada para llorar en silencio, para no despertar a los otros niños. En eso, se dió cuenta que el trocito de vela estaba apagado. Se tranquilizó, dió un largo suspiro y se volvió a acostar con una gran sonrisa en su carita.
Estaba seguro de que su mamá había estado ahí y se había llevado su regalo...



¡ Muchas Felicidades a todas las Mamás !
A los que tenemos la suerte de tenerla con nosotros, les pido que le regalen todos los días, su respeto, su compañía y su cariño.
A los que ya no la tienen con ellos, recuérdenla con cariño y regálenle la luz de una vela, que representa el calor del amor que quisieran darle, si estuviera con ustedes en forma física, porque en forma de luz, siempre está, se los aseguro.