domingo, septiembre 03, 2006

La cita ...

Las once y treinta de la noche ...
Es hora de la cita.
La hora de mi cita conmigo mismo.
Conmigo y con ella ...

Con ella, que siempre está ahí, esperando ...
Esperando el momento en que llegue y la tome entre mis manos.
No sé si ella espere nuestros encuentros con la misma impaciencia con que yo lo hago.
Tal vez no.
Es más, ahora que lo pienso, creo que no.
Ella simplemente espera ...
Espera en la obscuridad.
Por días, por semanas, incluso ha tenido que esperar por meses.

Nuestros encuentros no son planeados.
Ni esperados.
Ni programados.
Ni pensados...

Surgen de repente.
Espontáneos.
Imprevistos.
Intensos.

Intensos ...
Sobre todo intensos .
Tan intensos que casi siempre me mantienen despierto toda la noche.

La noche ...
La obscuridad.
La quietud.
Y el silencio ...

El silencio ...
Ese silencio casi absoluto, propio de la noche profunda.
Ese silencio roto ocasionalmente por el ladrido de un perro.
O por el maullido ronco de una gata en celo ...

En celo ...
No, ella no podría estar en celo.
Aún con su cuerpo curvilíneo.
Aún con el calor que de ella emana en cada uno de nuestros encuentros ...

Es precisamente ese calor lo que busco en ella ...
Lo busco y lo provoco.
Lo provoco y lo propicio.
Su calor ... y su aroma ...

Su aroma ... Un aroma que he aspirado tantas veces, que ya lo traigo grabado en mi memoria.
Un aroma que, de tan conocido, cada vez me parece diferente.
Y excelente ... como su sabor ...

Su sabor ...
Lo mejor de ella.
Lo que más disfruto de ella.
Lo que más me gusta de ella.
Lo que me hace regresar a ella.
Lo que me hace adicto a ella.
Lo mejor que ella tiene para darme ...


Darme ...
Darme sin pedir nada a cambio.
Eso es lo que hace cada vez que estoy con ella.
Darme su calor, su aroma, su sabor ...

Su sabor ...
Su sabor y su compañía.
Su compañía y su silencio.
Su silencio y sus historias ...

Sus historias ...
Historias que me cuenta sin hablar.
Historias varias que yo huelo, siento y pruebo.
En cada sorbo, en cada trago, en los residuos del fondo ...

Del fondo ...
Del fondo del alma.
Del fondo de su alma.
De ahí siento que salen tantas y tantas historias que me cuenta, me canta y me susurra ...
Me susurra ...
Me susurra al oído.
Me susurra a los ojos su despedida.
Cuando veo que se ha terminado ...

Se ha terminado ...
Se ha terminado, pero no para siempre.
Se ha terminado ... por esa noche.
Por esa noche, ya la he bebido ...

La he bebido ...
La he bebido toda y la he disfrutado.
La he bebido y me ha contado otra historia.
Y al terminarla, cuando he visto el fondo, me ha dicho sin hablar :
¡ Vuelve ! , ¡ Vuelve otro día !.
Aún me quedan muchas historias.
Muchas historias que platicarte.

¡ Vuelve mañana ! , o cualquier día,
o cualquier noche ...

A cualquier hora estaré esperando
a que me saques de la alacena,
a que me tomes entre tus manos,
pongas en mí,
café y azúcar, y agua caliente,
y una vez más compartas conmigo,
tus pensamientos, todas tus penas,
tus alegrías, preocupaciones
y aventuras de cada día.

Y yo a cambio de tu compañía,
seguiré contándote muchas historias,
alegres, tristes, reales, ficticias,
de todo un poco ...


En ese momento me dí cuenta que algo andaba mal ...
Ahí estaba yo, en la madrugada, conversando sin hablar, con una taza,
con mi taza, la que habitualmente usaba para servirme café ...
- ¡ Ahora sí, ya me volví completamente loco ! -
Dije en voz alta, casi gritando. - Debo haberme quedado dormido -
Pensé ...

- ¡ Pssssstt ! , ¡ Pssssstt ! . -
Escuché que alguien decía ...
- No se te olvide que tenemos una cita, ¿ eh ? -
- ¡ Ah ! , y por si acaso se me terminaran las historias, las galletas de animalitos tienen muchas para contarte - ...

Lo único que se me ocurrió hacer fué alejarme lo más rápido posible de aquella taza que hablaba sin hablar,
para irme directo a la tienda donde había comprado aquel café, para reclamar el que me hayan vendido un producto que causaba tal efecto ...
- ¿ O sería sólo mi imaginación ? - ...





11 comentarios:

escorpiona dijo...

Buena compañía que no pide mucho y si lo da todo...

Un saludo

Chau

BETTINA PERRONI dijo...

En verdad siempre he pensado que el café es algo tan sensual, tan cautivador... tan embriagante... lo malo es que si yo lo tomo me pone neuras...

Así quiero ser, como el grano de café cuya escencia predomina en el ambiente, un color tan intenso capáz de impregnar el propio agua.

Wow, :)
Saluditos,

niza dijo...

jiji :) es increible como puede uno sentir tanto por las "cosas"

besos azules

sigo leyendo....

niza dijo...

jiji :) es increible como puede uno sentir tanto por las "cosas"

besos azules

sigo leyendo....

Luna Agua dijo...

Que linda historia, tan sensual y cálida.
Me sumo a al placer del café, en especial los domingos en la mañana con tostadas. Más aun si me lo traen a la cama.

Besos

Ambar dijo...

Impecable texto!!!!, me encanta , de verdad me atrapó y me fue llevando casi hasta sentir un extraño afecto y simpatía por tu taza.
Hermosa historia, reconforta el alma!
Besos

Anónimo dijo...

siempre me gustan tus historias...me hacen sumergirme en mundos en los que nunca he estado.

@Intimä dijo...

Que delicia los encuentros sin programar hace que se disfrute mucho más los momentos.
Besitos.

Isthar dijo...

Fuera la imaginación o los efectos del café, espero que sigas acudiendo a esas citas, y sigas aspirando aroma y disfrutando sabores, pero sobre todo, que sigas compartiendo historia... como esta :)

Menta dijo...

Me encanto tu historia,y si! vaya que es compañia de muchos en medio de la noche o en horas de silencio consigo y con otros.
No te volviste loco.... por que si no ,yo tambien estoy loca!.
besos

Menta

gabriella dijo...

al igual que tu mi mundo es magico y eterno, donde el silencio me habla y mis susrros me calientan un saludo para un poeta increible, un narrador consumado y un escribidor magistral