Powered by Castpost
Nota: Para ambientar el relato, la idea es leerlo con la música de fondo.
Tres hombres...
Tres mujeres...
Sus nombres no importan.
No eran más que seis almas solitarias en busca de compañía.
Ninguno de los seis había encontrado aún su alma gemela.
A sus treinta y tantos años, ya habían pasado por varias relaciones fallidas.
Conforme pasaban los años, los seis se preguntaban cada vez con más frecuencia si su destino sería envejecer solos.
Los seis eran más o menos bien parecidos, tenían carreras exitosas, buenos trabajos, muchos amigos. Casados y con hijos la mayoría, lo que les impedía cada vez con mayor frecuencia, salir con ellos a divertirse.
Precisamente esa era la razón por la que hoy habían ido solos hasta ese lugar.
- ¡ Hay buen ambiente!- Les habían dicho.
Y como "de pasada", les habían comentado también, que los viernes iban muchos solteros.
Siempre pasaba lo mismo. Sus amigos y familiares parecían estar empeñados en conseguirles pareja, sin importar cuántas veces les dijeran que no había ninguna prisa, que ya llegaría la persona indicada para ellos, su alma gemela.
- ¡ Eso no existe !-, era la respuesta que siempre recibían, - ¡ Ya deja de soñar!-.
Pero ellos seguían soñando...

La música empezó a sonar.
Los tres hombres barrieron el salón con la mirada, buscando alguna mujer que pareciera estar sola, para invitarla a bailar.
Las tres mujeres barrieron el salón con la mirada, buscando algún hombre que pareciera estar buscando a quién invitar a bailar.
De pronto, las miradas de los tres hombres y las tres mujeres se cruzaron.
La de cada uno de ellos con la de cada una de ellas.
Los tres hombres hicieron una seña con la cabeza, como diciendo: ¿ vamos ?.
Las tres mujeres asintieron, también con la cabeza.
Y se dirigieron a la pista.
Tres hombres, tres mujeres, tres parejas.
La personalidad de cada uno de los tres hombres, salió a flote con los primeros compases.
Uno era bastante tímido y retraído. Respetuoso, se decía él.
Otro era bastante extrovertido, confianzudo y medio borrachón. Alegre, se decía él.
El otro era conversador, un poco presumido y lascivo. Galán, se decía él.
La personalidad de cada una de las tres mujeres, salió a flote con los primeros compases.
Una era extrovertida, ardiente y un poco promiscua. Aventada, se decía ella.
Otra era tímida, prejuiciosa y un poco aburrida. Seria, se decía ella.
La otra era apasionada, soñadora y un poco ingenua. Romántica, se decía ella.
Conforme fué avanzando la noche, el futuro de las tres parejas se fué definiendo.
Por cuestiones del destino, el respetuoso hizo pareja con la aventada, el alegre con la seria y el galán con la romántica.
La pista se convirtió en escenario de tres historias diferentes...
El tímido sudaba y sufría al sentir, cómo la aventada repegaba su cuerpo al de él, cada vez con más fuerza y

Pero, ¿ Y si solo era su imaginación?, ¿ Qué tal si intentaba besarla y ella se molestaba y lo aventaba, o peor aún, si lo cacheteaba delante de todos?, no, mejor se esperaría hasta estar completamente seguro de si realmente aquéllo era una insinuación ó solo un tic nervioso que ella tenía ...
La aventada, por su parte, pensaba en qué más hacer para que el respetuoso se animara a hacer algún avance, alguna invitación, o, cuando menos, una insinuación que, por supuesto, ella aceptaría de inmediato, ya que su naturaleza ardiente, se había despertado con el roce continuo de su cuerpo contra el de él. Ya se había cansado de hacer fuerza para repegársele lo más que podía, sin importarle los pisotones que sin querer él le había dado, por lo difícil que era bailar así, tan pegados, ya se había mojado los labios con sensualidad, ya lo había visto a los ojos durante tanto tiempo, que una lagaña que él traía en el ojo izquierdo, ya le parecía familiar.
Entonces se le ocurrió que, tal vez si le soplaba suavemente en el cuello, él ya no podría resistirse más, así que lo hizo, pero, grande fué su sorpresa cuando él, en lugar de avanzar, retrocedió, empujándola ligeramente hacia atrás, mientras alejaba su cabeza de la de ella, ¿ tendré mal aliento?, se preguntó...
El alegre traía a la seria, dando vueltas por toda la pista, ya haciéndola girar como perinola, ya

La seria, por su parte, sentía que se moría de la verguenza, pero no se animaba a irse a sentar y dejarlo bailando solo, - me vería más ridícula -, pensaba. - Ojalá se canse pronto y quiera descansar, así, en un descuido me le pierdo y me voy a mi casa. No sé en qué estaba pensando cuando se me ocurrió venir a éste tugurio yo sola, ahorita estaría tranquilamente en mi cama, viendo la televisión y acariciando a Fifí (su gato ), pero no, tenía que hacerle caso a mi prima, total, ahora a ver cómo le hago para zafarme de éste apestoso imbécil - ...
El galán se sentía más y más galán conforme seguía bailando con la romántica. Ella parecía realmente interesada en él, escuchaba embelesada cuanta tontería le decía, incluso sonreía y entornaba los ojitos cuando él le cantaba al oído algún fragmento de la canción que estaban bailando, aunque cantara con la gracia y entonación de un ratón atrapado en una ratonera. Además, no parecía molestarle cuando, "accidentalmente ", la mano con que la tomaba de la cintura, resbalaba hacia abajo, posándose donde la espalda pierde su nombre, simplemente la dejaba ahí unos segundos y después ella misma se la volvía a acomodar en la cintura, al tiempo que le guiñaba un ojo. - ¡ Qué bárbaro, la traigo muerta !- pensaba- , ¡ soy todo un Don Juan !...
La romántica, por su parte, se sentía la protagonista de un cuento de hadas; el galán, el baile, su vestido nuevo, sus zapatos nuevos también, todo le parecía perfecto. Ni siquiera el calor,el humo de cigarro, los aventones que de vez en vez recibían,ni el dolor de un callo que tenía en el dedo gordo del pié derecho, podían arruinarle el momento aquél, en que parecía que bailaba entre nubes, abrazada a su príncipe azul, un poco chaparro, manilargo y sin los ojos azules que ella hubiera deseado que tuviera, pero bueno, nada en la vida era perfecto. Le subió la mano al galán una vez más y suspiró, pensando en la cara que pondrían sus amigas cuando les contara que por fin el amor había tocado a su puerta...
El baile terminó en punto de las cuatro de la mañana...
El tímido seguía sentado en su mesa esperando a la aventada desde hacía ya hora y media, cuando le dijo, - no me tardo, voy al baño - ...
La aventada se había cansado de intentar hacerle entender al tímido que estaba interesada en él y hacía casi una hora que se había ido, con un aventado como ella, que en dos minutos la convenció de pasar la noche con él en su departamento ...
El alegre no supo ni en qué momento se quedó solo, solamente recordaba haberle dicho a la seria que iba a la barra por un par de tragos y cuando volvió, la mesa estaba vacía, así que se sentó a tomar solo, mientras se preguntaba qué era lo que había hecho mal, para que la seria se fuera así, sin despedirse ... - ¡ Bah !- , dijo para sí mismo, - Seguramente es otra de esas amargadas que me ha tocado conocer últimamente - . Se consoló tomándose otra copa y pidió otra más para llevar ...
La seria aprovechó cuando el alegre fué por los tragos, para salir de ahí casi corriendo en busca de un taxi que la llevara a la tranquilidad de su casa, donde no la esperaba nadie más que Fifí, su gata. - Bueno, peor sería estar completamente sola -, pensó, mientras se acordaba de la verguenza tan grande que acababa de pasar. Jamás volvería a ese lugar, no fuera a ser que alguien la reconociera como la pareja del borracho payaso aquél. Se estremeció solo de imaginarlo...
El galán y la romántica salieron del salón, tomados de la mano, mirándose a los ojos, sonriendo y sintiéndose afortunados de haberse conocido, de haberse encontrado, de haber coincidido en ese espacio lleno de ilusiones, calor, decepciones, humo, pasión, sudor y luces de neón...
Así, juntos, se fueron caminando calle abajo, mientras la luna en cuarto creciente, se ruborizaba al ser testigo de los besos y caricias que anunciaban el preámbulo de una noche de pasión entre un hombre y una mujer, que se enamoraron bailando...