A ninguna de las mujeres que conoció, le regaló nunca una flor ...
Para él, una flor no era cualquier cosa .
Para él, una flor era una de las cosas más bellas del universo .
Según él, una flor no debía regalársele a cualquiera .
Para él, una flor representaba el mejor regalo que podía dársele a una mujer .
Para él, no bastaba con que una mujer fuera bella por fuera para merecer el regalo de una flor .
Según él, sólo una mujer de alma bella y corazón puro, era lo suficientemente digna de merecer un obsequio tan bello y puro como una flor .
Por eso, a ninguna de las mujeres que conoció, le regaló nunca una flor ...
Y conoció a muchas ...
Y les regaló muchas cosas .
Joyas, libros de poemas, tarjetas, muñecos de peluche, chocolates, caramelos, obras de arte, ropa, CD´s con música de todo tipo, viajes .
Pero nunca, a ninguna, le regaló una flor ...
Hasta aquel día ...
Aquel día en que conoció a una hermosa mujer que, según él, reunía los requisitos necesarios para ser merecedora del mejor regalo de todos los que podría darle ...
Una flor .
Y empezó a frecuentarla, a tratarla, a conocerla, y conforme la iba conociendo, se convencía cada vez más de que, efectivamente, ella podría ser la mujer que él estaba buscando .
Porque él estaba buscando ...
Estaba buscando una mujer con quién compartir su vida .
Una mujer que fuera merecedora de recibir una flor .
Una mujer de alma bella y corazón puro .
Una mujer que fuera capaz de amarlo como él la amaba a ella, aún sin haberla conocido .
Y así pasó un año ...
Un año durante el cual, él llegó a quererla como jamás creyó querer a alguien .
Un año en el que, con cada día que transcurría, él se aferraba más y más a la idea de que por fin, después de tanto buscar, finalmente había encontrado a la mujer de su vida .
Y con esa idea en mente, aquel día la invitó a salir .
Le pidió que se pusiera su vestido más elegante y que se preparara para una ocasión muy especial .
Y ella así lo hizo .
Cuando llegó por ella y ella salió, él se quedó con la boca abierta por la impresión .
Jamás la había visto tan hermosa, tan femenina, tan sensual .
Llevaba un vestido largo negro con unos pequeños adornos en color vino, unas sandalias de cintas delgadas, negras también, que más que cubrirle, parecían envolverle suavemente sus delgados y bellos pies, su cara lucía radiante, retocada levemente con un suave maquillaje que resaltaba el color miel de sus ojos y el rojo tenue de sus labios; su pelo, que normalmente llevaba suelto ó en una cola de caballo, ahora lo traía recogido en una especie de moño, de tal forma que dejaba ver completamente su esbelto cuello, que se adivinaba suave y terso, donde podía verse una pequeña vena que palpitaba levemente por la excitación del momento; sus manos pequeñas y suaves, con sus dedos esbeltos temblando ligeramente, lucían simplemente perfectas, sin más adorno que las largas uñas postizas decoradas con un pequeño brillante de zirconia en cada una .
Al verla así de linda, él no pudo evitar felicitarse para sus adentros por haberla elegido .
Después de saludarse con un largo abrazo y un corto beso, subieron al auto de él y cuando ella le preguntó hacia dónde iban, él se limitó a sonreir sin contestar .
Luego de un corto viaje por la autopista, él bajó la velocidad, dió vuelta a la derecha y siguió por un camino empedrado, hasta donde éste terminaba .
Se estacionó debajo de uno de los muchos árboles que había, apagó el motor, salió del auto y fué hasta el lado del pasajero, para abrirle la puerta a ella, que le dió la mano y bajó con una sonrisa en los labios .
Él la tomó de la mano y caminaron por un pequeño sendero de grava, hasta una pequeña cabaña rodeada de flores .
Ella hizo un gesto de sorpresa al ver, recargado a un lado de la puerta, un letrero que decía " Invernadero La rosa roja ", pero él no lo notó, por la emoción que sentía .
Iba a ser su primera vez .
La primera vez que él le regalaría una flor a una mujer .
SU MUJER .
O al menos eso quería él que ella fuera .
Todavía tomados de la mano, entraron a la cabaña .
Él le pidió a ella que se sentara en una pequeña banca de madera labrada con motivos florales, que estaba al lado de una ventana, desde la que se veían unos enormes jardines rodeados por grandes y frondosos árboles, pero ella no les puso mucha atención, estaba tratando de escuchar lo que él le decía en voz baja, a una señora ya entrada en años, simpática y sonriente, que parecía ser la dueña ó la encargada de aquel lugar, pues las dos muchachas que atendían a los clientes, le hacían preguntas relacionadas con el negocio .
Luego de unos minutos de susurros de él, sonrisas y movimientos afirmativos de la señora y nervios e impaciencia de ella, él fué hacia ella, le tendió la mano y la invitó con un ademán, a pasar por una puerta que la señora había abierto y detenía para que no se cerrara, mientras la miraba con los ojos llorosos y una sonrisa pícara en los labios .
En el momento mismo en que ella traspasó el umbral de esa puerta, el aroma de miles de flores inundó su olfato, con tal intensidad que estornudó un par de veces , aún así, no pudo evitar sonreir ante el deleite que aquel embriagante olor le produjo . Quiso cerrar los ojos para concentrarse tan sólo en la fragancia de las flores, pero sus ojos no pudieron cerrarse, ó no quisieron hacerlo, pues delante de ellos se mostraban las flores más bellas que hubieran visto jamás . Las había de todas las formas y colores, y tamaños, y variedades .
Ante tanta belleza, ella no pudo menos que sonreir ...
Y cuando él la vió así, sonriendo, y ahí, entre la flores, apreciándolas, disfrutándolas, admirándolas, se sintió el hombre más afortunado sobre la tierra .
Entonces él caminó hasta un grupo de flores en particular, cuidadosamente cortó una de ellas, la que le pareció la más bella, la más delicada, la más perfecta, la tomó con su mano derecha y la ocultó tras su espalda, mientras caminaba, ahora hacia ella .
Ella lo vió venir y su corazón casi se desbocó, se sintió ligeramente mareada, le empezaron a sudar las manos y en sus ojos apareció un brillo de emoción, pero se dijo a sí misma que debía controlarse, que no debía llorar .
Él llegó hasta ella, con su mano izquierda tomó una de las de ella, la izquierda también, la miró fijamente a los ojos y muy serio le dijo :
- Hoy es el día más importante de mi vida. Es el día en que mi búsqueda ha terminado . Es el día en que por fin, después de mucho esperar, después de mucho buscar, encontré a la mujer de mis sueños, a la única a quien le daría algo tan único y especial que no pienso darle a ninguna otra .
Hoy es el día en que, hace un año, te encontré a tí ... -
Para ese momento, ella ya sentía que las piernas no iban a sostenerla, sentía que le faltaba el aire y que el aroma de las flores que la rodeaban había desaparecido como por arte de magia, pero se controló, aspiró una bocanada de aire lo más discretamente que pudo, siguió sonriendo, se enderezó y se concentró en lo que él le decía ...
- ... en que, hace un año, te encontré a tí ...
A tí, a quien quiero darle esto con todo mi corazón ... -
Al tiempo que lo decía, sacó la mano que tenía oculta detrás de su espalda, en la que tenía una hermosa margarita y se la puso a ella en la palma de su mano izquierda .
Ella, sin dejar de sonreir, bajó la vista hasta la flor que sostenía su mano y la dejó ahí por unos segundos, tratando de entender lo que estaba pasando .
Por un momento creyó que lo había entendido y tomó la flor aquella y miró debajo de su corola, que era el único lugar donde podía estar oculto el anillo de compromiso que ella esperaba recibir, pero no, no había nada que no fuera parte de la flor .
Sin dejar de sonreir, lo miró a los ojos, buscando en ellos alguna explicación, pero no, nada, él sólo sonreía creyendo que ella se había quedado muda por la emoción de haber recibido de él su primera flor .
Entonces ella, al entender que esa flor era de lo que él hablaba cuando dijo que quería darle algo, la tomó con una mano, la izquierda, creo, y con la otra, le fué arrancando los pétalos, uno por uno, viéndolo a los ojos ... y sin dejar de sonreir .
Al terminar, simplemente dejó caer la flor desnuda a los pies de él, se dió la vuelta y empezó a caminar en dirección a la misma puerta por la que había entrado, que ahora estaba cerrada, tocó suavemente, pero con el puño cerrado, y la puerta se abrió casi inmediatamente, pues la señora, había visto todo desde una de las ventanas . Se hizo a un lado para que ella pasara, y antes de hacerlo, ella volteó hacia donde él estaba parado como si estuviera clavado al piso, con una mueca indescriptible en el rostro .
Luego se metió en la cabaña ... y nunca más la volvió a ver ...
Él se quedó parado ahí por unas horas, con la vista clavada en la flor destrozada que yacía a sus pies, con la mano derecha dentro del bolsillo del pantalón, con el puño cerrado alrrededor del estuche del anillo de compromiso que pensaba darle, después de contarle que él jamás le había regalado una flor a nadie más que a ella, y lo que eso significaba para él . Pero ella no le dió tiempo de explicarle .
Y además había destrozado aquella margarita que para él representaba la pureza del alma de ella ...
La dueña del invernadero llegó para decirle que ya iban a cerrar y, sin que él le preguntara, le dijo que ella se había ido en un taxi que la señora le había pedido por teléfono .
Él le dió las gracias y se encaminó lentamente hasta su auto mientras pensaba que, tal vez, ella no era la indicada .
Y hasta el útimo día de su vida, él recordó que, al voltear a verlo por última vez, ella lloraba ... sin dejar de sonreir ...